NO ME DOBLEGARÉ

6:49



No me doblegaré
I Reyes 19:18 “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.”
Deseo llevarte al Monte Horeb en Israel, a una cueva oscura.  Dentro de la cueva se encuentra sentado un solitario profeta de Dios.  Este hombre piadoso es anciano ahora, probablemente en sus ochenta.  Y el se siente completamente solo.  Se ha decepcionado completamente del entorno.
Más o menos cuarenta días antes, el profeta pidió a Dios que lo dejara morir.  Él estaba convencido, “Esta nación ha ido demasiado lejos.  Y el pueblo de Dios se apartó más allá de los restaurable.  Cada líder es una marioneta del diablo. Ya no hay esperanza. Señor, por favor quítame la vida.”
(I Reyes 19:4)
¿Quién fue este profeta? Fue el santo Elías. Y él llegó a tal estado de desesperación a tan sólo horas después que ganara la victoria más grande de su vida ministerial.
Debes  recordar la historia.  En el Monte Carmelo, Elías enfrentó a 850 falsos profetas en una confrontación de vida o muerte acerca de cuál Dios era real.  Algunos de estos 450 profetas servían al dios pagano Baal; los otros 400 fueron sacerdotes de los ídolos de las arboledas de idolatría construidas por la malvada reina Jezabel.
Ahora, en un ritual demoníaco, los profetas de Baal empezaron a danzar y a gemir, tratando de despertar a su dios.  Cuando el frenesí finalmente terminó, los profetas postrados sangraban profusamente, totalmente exhaustos.
Entonces Elías tomó su turno. Él simplemente clamó al Señor, e inmediatamente un fuego sobrenatural cayó desde el cielo.  La ráfaga envolvente de fuego consumió tanto el sacrificio del profeta y los doce barriles llenos de agua que él había vertido alrededor del altar.  Hasta consumió las rocas sobre el altar.
¡Qué manifestación del poder de Dios!  Los falsos profetas temblaron ante aquel espectáculo.  Y los israelitas quienes estaban presentes cayeron todos sobre sus rodillas, gritando, “Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”  (18:39)
Elías mató a cada uno de aquellos 850 falsos profetas. El avivamiento volvió en Israel. Elías había orado por lo que finalmente había  llegado, pensando, “Esta es la hora de Dios, el principio de la renovación por la que he orado.”
Elías estaba tan fortalecido, que le sobrepasó a pies al carro del Rey Acab por 25 millas, volviendo a la ciudad capital, Jezreel. Quizás en su mente corrían pensamientos como: “¿Quién podrá ponerse en contra de lo que Dios ha hecho hoy? Este gobierno impío y sensual debe caer. Y Jezabel es la siguiente.”
Elías estaba convencido que la gente debía escucharle ahora.  Yo creo que el determinó ir directamente al templo abandonado, para restaurar el culto santo en Jezreel.  Pero antes que él llegara cerca de la ciudad fue abordado por mensajero de Jezabel.  La reina le amenazó: (19:2) “Tú tienes un día para vivir, profeta, antes que yo te mate de la misma forma en que tú mataste a mis sacerdotes.”
Dentro de las 24 horas de su increíble victoria en el Monte Carmelo, Elías volvió al desierto, temblando bajo un árbol de enebro.  En su mente todo se volvió en contra de él. Toda  de la noche a la mañana todas sus esperanzas por una renovación se desvanecieron.

Cuarenta días después, encontramos a Elías hospedado en la cueva de una montaña, totalmente solo. Aparentemente, Elías había decidido, “Esto se acabó, terminó. Si un fuego milagroso caído del cielo no puede motivar a un pueblo apartado de Dios, nada puede.”
En su hora más dura la Biblia dice, “La palabra del Señor vino a él, el cual le dijo,  ¿Qué haces aquí, Elías?”  (19:9)
Fue la manera de Dios decirle, “Que te está molestando, Elías ? Por qué el enojo? ¿Cuál es tu queja?”  Elías respondió, “He sentido celo por Dios, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.” (19:10)
Muchos de los que Elías dijo fue verdad.  El  pueblo de Dios estaba en un estado lamentable.  La maldad abundaba en Israel. Y los verdaderos profetas eran difamados y se mofaban de sus palabras.  A pesar de esto, Elías permaneció fiel. Él estuvo totalmente entregado a la causa de Dios, orando por un avivamiento.  Pero estaba equivocado al pensar que tan solo él llevaba la carga de Dios.
En mi opinión, Elías estaba simplemente abrumado por la soledad.  Si tú eres una persona de oración, probablemente te has sentido solitario, como Elías se sintió.
Quizás te preguntes, como Elías lo hizo, “Dónde están los líderes piadosos y pastores de corazones quebrantados?  ¿Dónde están aquellos quienes aún creen en la santidad en lugar de los métodos carnales?
Ahora pienso en Elías, solo en aquella cueva.  El debió sentirse agobiado por la soledad total.  Entonces, una  voz quieta y apacible vino a él, nuevamente preguntando, “Qué haces aquí, (PON TU NOMBRE)”?  (I Reyes 19:13).  Una vez más, Elías contestó, ’’  Solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.”
Esta vez Dios le dijo, “Tú no estás solo (a),.  Pronto encontrarás a mi siervo Hazazel.  Yo quiero que le unjas como rey de Siria. Y allí está el piadoso Jehú, a quien ungirás como rey sobre Israel.  Allí también está el joven profeta Eliseo, quien servirá a tu lado.”

Finalmente, el Señor dijo a Elías, “Yo tengo un remanente de 7,000 para mí en Israel, todos aquellos cuyas rodillas no se han doblado ante Baal, y todos aquellos cuyos labios no le besaron.” (19:18)
Entre estos 7,000 estaban 100 verdaderos profetas escondidos en cuevas por el piadoso Abdías.  Abdías era un gobernador de alto rango quién servía en la casa del malvado Rey Acab.  Él había escondido  a los 100 profetas en dos cuevas, 50 en cada una, y estaba manteniéndolos vivos con pan y agua.

Elías debía saber acerca de estos hombres santos.  Y él sabía también de Micaías, un santo profeta quién estaba encarcelado por Acab por profetizarle cosas duras (22:8).  Aun así, sabiendo de estos hombres, Elías seguía abrumado por soledad en su llamado. Estos 7,000 representan el remanente santo que Dios está preparando hoy para el caos que se avecina.
Dios también tiene un remanente escondido en esta generación e quienes no se han inclinado a los ídolos de este siglo.  Para comprender este concepto totalmente, necesitamos examinar que estaba sucediendo en Israel durante los días de Elías.
En los días de Elías, el dios de Baal supuestamente garantizaba a sus adoradores el éxito, la fama y la prosperidad.
¿Quiénes eran estos adoradores de Baal?  Una vez eran el pueblo de Dios. Así como tu y yo,. se preguntará cómo el pueblo de Dios pudo ser atraído a una idolatría tan ostentosa.
El pueblo de Dios había caído bajo la poderosa seducción de un “evangelio del éxito.” Un espíritu de avaricia.
Ahora, el mismo espíritu de Baal  ruge en nuestras  iglesias, el mismo espíritu seductor de Baal está obrando. Todos quieren ser “grandes”, exitosos, famosos.
La gente mide  el éxito en el ministerio por cuán grande es una iglesia, cuantos miembros, etc. A veces los lideres decimos, “Yo tengo mucha gente en mi iglesia. Acabamos de construir un nuevo gimnasio, un nuevo comedor, etc...  Jóvenes, es mejor poder decir, “Dios me ha bendecido con una carga para orar y una visión fresca por las almas perdidas.  Él ha renovado mi hambre por él. Me ha dado un fe inmovible.”  Claro que no esta mal  lo anterior, lo malo es cuando eso esta por encima de Dios mismo, cuando amamos mas el ministerio que al Dios que te dio el ministerio, cuando amamos mas los dones, que al Dios que te los dio…. Mateo 6:33 dice Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas, se trata de El, siempre en primer lugar Él.

Seamos esa generación que no se rinde, que no se humilla ante ningún Baal, que pone por encima de  todo a Dios, que lo ama y que se apasiona por El, que esta dispuesta a darlo todo, a invertirlo todo en su obra, a no tener limites, a no tener excusas, seamos esa generación que se levanta, que pelea, que lucha por alcanzar las promesas de Dios y se atreve a creerle.
Yo lo estoy haciendo ¿y tú?

Alex Trujillo

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