REALIDAD

9:26


Lo primero que hice al despertarme el día de mi 25 cumpleaños fue mirar Instagram.
Era lo que normalmente hago. Pero esta vez había algo extraño: tenía 1.839 nuevos likes y 971 nuevos seguidores. Me había acostado teniendo 264 seguidores, ¿a qué venían esas cifras que mostraba el recuadro naranja?
La respuesta a esa pregunta me intrigó todavía más. Alguien me había jugado una broma cambiando todas mis fotos de Instagram. En ellas seguía apareciendo yo, pero viviendo una vida muy distinta a la que yo conocía…
París, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Milán... Conciertos, reuniones, playas, hoteles... siempre rodeado de gente con miradas seguras y sonrisas autosuficientes. La clase de gente que no sabes exactamente a qué dedican su vida pero que sigues simplemente porque son una ventana a una vida inalcanzable.
Aparentemente, ahora era uno de ellos. Tenía 27.000 seguidores y cientos de fotos padrísimas. Quede en shock y cerré la aplicación y volví a entrar para comprobar si me habían cambiado la contraseña. Pero no. Mi nombre de usuario seguía siendo el mismo. Qué demonios, si era yo la que salía en las fotos. Sabía reconocerme.
Llamé a mi mejor amigo y le pedí que entrara mi perfil.
—¿De qué hablas? Yo veo las mismas fotos que siempre, me dijo.
Mientras me lo decía, yo me veía en una imagen de fiesta con Cara Delevingne.
Esa noche celebraba mi cumpleaños. Fue en mi restaurante favorito, con mis cuatro amigos de siempre. No era una escena descomunal, pero tome una foto y la subi a Instagram.
Al subirla, la imagen que se subió era totalmete otra cosa. Estaba etiquetada en NY, y salía rodeada de gente disfrazada.  En un lapso de cinco minutos ya tenía 600 likes.
Le pedí su teléfono a uno de mis amigos. En su Instagram mi perfil seguía siendo el de siempre, incluida la foto de los cinco que acababa de subir con sus míseros 4 likes.
Pero mis dudas se fueron diluyendo en la complacencia: empezaba a disfrutar de mi nueva vida online.
Subía fotos absurdas constantemente para que apareciesen nuevas imágenes. Entonces me quedaba mirándolas, imaginándome viviendo esa vida paralela. Leía todos los comentarios que me dejaban. Por primera vez en mi vida me sentía envidiado.
El problema es que salir con mis amigos se volvió muy aburrido. Todo me sabía a poco.
Llevaba los últimos años de mi vida escuchando a gente que me pedía que dejara de mirar el teléfono  y les prestase atención, siempre lo había hecho por introversión. Pero ahora tenía un buen motivo para ello.
Empecé a faltar al trabajo. Podía pasar días sin salir de casa, mis amigos me visitaban y me preguntaban si estaba deprimido.
Quería descubrir quién había detrás de todo aquello, pero no para que terminara, sino todo lo contrario
—¿Cómo podemos ayudarte?, insistían una y otra vez.
Me hubiese gustado pedirles ayuda. Pero no me habrían entendido. Mi único deseo era descubrir quién o qué se escondía detrás de eso. No para terminar con ello. Sino porque quería irme a vivir allí.
 En definitiva… ¡Estaba soñando!
Cabe mencionar que esta historia tiene un gran porcentaje de ficción pero compara en nuestra vida diaria no es muy distinta. Usamos las redes sociales buscando satisfacer o llenar algunos vacios y llega el punto donde nos metemos tanto que es ahí cuando ignoramos la realidad tangible con nuestra realidad construida donde solo vemos lo que queremos ver y si no nos gusta lo que vemos lo omitimos o lo bloqueamos. Hay estudios que demuestran que las personas que más aparentan ser felices en redes sociales simplemente no lo son y al ver lo que los demás hacen, lo que los demás publican nos genera vacios y necesidades que ni nos imaginábamos.
Qué es lo que ves hoy… personas con selfiesticks, personas tomándose fotos frente al espejo mostrando su iphone, fotos de cafeterías hipsters, las vacaciones perfectas en Londres, fotos de tickets del concierto más increíble de la historia… Dime qué es lo que ves diariamente además de fotografías de comidas gourmet, ropa de marca, niñas que todas en si son idénticas por su look de moda. Todo esto por lograr la aceptación de la demás gente y es triste ver como nos despedazamos como sociedad, nos olvidamos de valorar y cuidar lo que tenemos por estar al pendiente de lo que los que no nos ven… ven. No sé si me explico. Creo que es demasiado sencillo como diría el buen Marto “Gente vemos corazones no sabemos, palpitaciones, motivaciones, intenciones menos, pero el tiempo saca todo a luz”.  Puedes tener una vida perfecta en internet pero tú y tu casa estar hecha pedazos.
Te recomiendo algo que estoy experimentando… ¡Cuando me desconecto me conecto!
Cuando decides desconectarte de lo vano, de lo absurdo, de todo lo que no tiene sentido te conectas a lo verdaderamente importante. Conéctate con tu familia, con tus amigos, con los de tu trabajo, con los de tu escuela, conócelos y te vas a sorprender.
Pero sobre todo conéctate con Dios, créeme que en internet por más paginas cristianas sigas o leas, incluso si lees todos los días “De 0 a 100 con Cristo” eso jamás va a sustituir la comunicación con Dios, el orar, el leer la palabra, no se compara con los chorrocientos likes de instagram.
Un día le dije a alguien que aprecio “Si las relaciones dependieras de los likes, otra cosa sería, pero ellos ven una cosa y nosotros vivimos otra” imagínate todo dependería de si tienes muchos amigos o no, pero en fin puedes tener multitudes de likes en tus fotos de perfil o con tu pareja pero aún así te sentirás vacio. Te reto a apagar un ratito tu teléfono y que te conectes.


Los frutos hablaran... 
Cuida tu cordura, no pierdas la razón. Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón.
-Anii Funes


Esto es "De 0 a 100 con Cristo" queremos saber de ti, escríbenos. 

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