MIRANDO MÁS ALLÁ

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MIRANDO MÁS ALLÁ 



Un profesor jubilado entró a una librería con la intención de encontrar algo interesante para leer, no buscaba algún autor o tema en específico, sólo tenía la curiosidad de conocer alguna obra para acompañar el café matutino.

El hombre entró a la tienda y comenzó a mirar, había libros de todos tipos, de colores atractivos, con títulos llamativos como “Sea millonario al instante” y “Los secretos de un hombre irresistible”. Pasaron cerca de veinte minutos y el viejo profesor seguía sin decidir qué libro se llevaría, sólo tomaba uno que otro para leer la reseña, pero finalmente lo devolvía a su lugar.

El gerente de la librería notó aquel hombre vagando por los pasillos de la tienda con un marcado gesto de frustración, de manera que se acercó y le ofreció ayuda amablemente:

- Bueno día, ¿busca algo en especial? Estoy para servirle.

El profesor respondió al saludo con una sonrisa y dijo:

- Bueno, verá usted. Muchas veces he cometido el error de comprar libros con una portada interesante, pero que resultaron un chasco mayúsculo, libros huecos, sin brillo, sin fondo y hasta sin forma. Aquí veo muchos libros que parecen buenos, pero ninguno me convence, ¿podría recomendarme un libro que usted compraría?

El gerente se llevó una sorpresa agradable y con gusto dio su respuesta:

 - Vaya, regularmente ayudo a las personas a encontrar lo que quieren, no es común que alguien pregunte por mis preferencias, pero ya que me ha dado la oportunidad, le mostraré mi libro favorito. Acompáñeme por favor.

El profesor siguió al gerente hasta la parte posterior del establecimiento, donde estaba una sección de libros que lucían antiguos, comunes y corrientes. El gerente tomó uno pequeño de color verde tabaco de unas ochenta páginas, la tapa estaba rotulada con el nombre Primavera, y debajo llevaba el nombre del autor, Nicanor Aldama.

- Sospecho que usted es como yo -dijo el gerente al profesor. – De ser así, sabrá que uno nunca sabe si un libro vale la pena hasta que se sumerge en sus páginas y explora cada rincón. Las portadas pueden ser sólo un espejismo, pero un escrito que vale la pena eventualmente se encuentra dentro de una portada sencilla y poco atractiva, como ésta.



Una semana más tarde el profesor caminaba cerca de la librería y se encontró con el gerente en la entrada.

Buen día amigo, ¿Qué le piensa de ahora de “la primavera”? – dijo el gerente palmeando respetuosamente el hombro del profesor, quien le respondió suspirante:

- Es… ¡magnífica!

- Me da gusto saberlo bueno amigo. Y entonces, ¿Ah venido por otro libro? –preguntó el gerente, y el profesor contestó:

- No. Creo que repetiré  “la primavera” un par de veces más. Voy rumbo al mercado a comprar café.


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Nos pasa en la vida cotidiana, cometemos el error de elegir algo o alguien por su exterior, tomando una decisión generalmente emocional. Pocas veces tenemos la paciencia para conocer el interior de las personas antes de emitir una opinión sobre ellas,  por el contrario incluso nos atrevemos a hacer juicios sin ver más allá de su fachada.

Debemos aprender de nuestro Padre celestial a darle más importancia a lo interior que a lo exterior, al corazón que al físico, al carácter que a la personalidad. Cuando ponemos esto en práctica empezamos a ver lo que Dios ve, principios, valores sentimientos, intenciones y necesidades, con lo cual quedamos en mejor posición para valorar y respetar a nuestros semejantes.

¿Cuánto conoces el corazón de tus familiares? ¿Cuánto conoces el corazón de tus amigos? ¿Cuánto conoces el corazón de tus vecinos? Te invito a demostrar el amor de Dios dándole tiempo a tu prójimo para conocerlo, te aseguro que te llevarás muchas sorpresas. Quizá algunas “portadas atractivas” te decepcionen, pero tal vez también encuentres “portadas sencillas” delante de un precioso contenido. 


Por Zabdi Juarez.




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